25 diciembre

73. El Ateneo Familiar: Rosario y Carlos se encuentran


En un comentario anterior (⇑) se hacía mención al apoyo público que Rosario de Acuña prestó a finales del año 1884 a los estudiantes de la Universidad Central con ocasión de la protesta que éstos mantienen en solidaridad con el profesor Miguel Morayta y en defensa de la libertad de cátedra; se comentaba también que la buena sintonía de nuestra protagonista con los jóvenes universitarios se prolongaría en el tiempo y que años más tarde algunos de los de su clase, que habían constituido una sociedad denominada Ateneo Familiar, la convirtieron en su presidenta de honor [Véase aquí su carta de aceptación (⇑)]. Cabe resaltar que el entonces presidente de la citada entidad era un tal Carlos Lamo, joven estudiante de Leyes que de aquella apenas contaba con veinte años de edad y que no tardando se habría de convertir en el inseparable compañero de la ilustre escritora.

Corre el año 1888. Rosario de Acuña ha dado el salto a la otra orilla y se ha convertido en una destacada y combativa librepensadora. Las Dominicales del Libre Pensamiento no pierde ocasión para llevar a sus páginas todo cuanto tenga que ver con su más conocida colaboradora. De ahí que contemos con algunos textos referidos al Ateneo Familiar, como el titulado «Fiesta del libre pensamiento» que a continuación se reproduce:

Fragmento de la crónica de la fiesta celebrada por el Ateneo Familiar

Aceptando la amabilísima invitación de su ilustre presidenta honoraria doña Rosario de Acuña, el Ateneo familiar en masa abandonó Madrid uno de los más bellos días del pasado mayo y se trasladó a Pinto. No hemos de decir la cordialísima acogida que la egregia poetisa dispensó a los expedicionarios en la linda casa de campo, que es su habitual morada; queremos sólo traducir el espíritu fraternal que en la fiesta en ella celebrada resplandeció, espíritu en que latía algo así como la esperanza cierta de un triunfo glorioso para nuestros regeneradores ideales.

No en vano lleva el Ateneo el nombre de Familiar. Una verdadera familia, en efecto, parecían las cuarenta personas congregadas, entre las que se distinguían las señoras y señoritas de Lamo (1), de Pascual, de Ortiz y de Huelbes; el consecuente republicano Anselmo Lamo (2); el distinguido profesor Carlos Salvi (3), que amenizó muchas horas del día con su habilidad [para la] música, tomando también varias vistas y grupos fotográficos el doctor Huelbes Temprado (4) .

En la verdadera intimidad de la familia, se bailó, se recitaron y leyeron poesías, se cantaron cuantos himnos recuerdan los triunfos de la libertad en el mundo; y por último, la alegría y el aire del campo fueron poderosos motivos para que se acogiera con entusiasmo el instante de sentarse a la artística y abundante mesa dispuesta a la sombra de las floridas acacias.

A los postres fue cuando con mayor energía se acentuó el carácter de la fiesta. Inició los brindis Rosario, agradeciendo al Ateneo la deferencia de aceptar su convite y manifestando la esperanza de que esa aceptación fuese muestra de comunidad de aspiraciones. No fue necesario más. El presidente del Ateneo, Carlos Lamo, se levantó, chispeante la mirada, a recoger la alusión que al Ateneo se dirigía, y con voz en que vibraba el entusiasmo de la juventud, dio gracias a la ilustre escritora por sus bondades, ofreciéndole por escudo de las armas traidoras, de las hordas retrógradas, no sólo el Ateneo, sino los corazones de todos sus socios, corazones jóvenes todos, todos entusiastas por el libre pensamiento, pues si quizás hilos plateados pudieran descubrirse en alguna cabellera, no son nieve de las ideas que cobija, sino ceniza de pujantes combustiones que aún estallan bajo su cráneo.

El vicepresidente, Morales Rojas (5), brindó por la ilustración de la mujer, como prenda segura del bien de la Humanidad, con especial mención de su madre, a quien debe el amor a la libertad, y de Rosario, que hoy sintetiza el movimiento renovador.

Sánchez Cobisa (6), presidente de la mesa de discusión, hizo constar que en el acta de la sesión última del Ateneo era donde podía aquilatarse el entusiasmo con que se acogió la invitación: todos los socios a porfía ideaban obsequios en reciprocidad justísima, optando al fin por sólo un ramo de flores, el que ocupaba el centro de la mesa, para que con sus puros aromas simbolizase los puros sentimientos que le ofrecían; y terminó brindando porque la mujer del porvenir sepa inculcar en sus hijos los grandes ideales humanos.

[Siguen otras intervenciones, otros brindis]

Rosario [de] Acuña se levantó a contestar. Su fácil palabra, por la emoción velada entonces, cautivó de tal suerte al humilde cronista que suscribe, que olvidó el lápiz para batir las palmas, imposible por eso reproducir las ardientes frases en que pedía para hoy el culto de una trinidad presente y viva: libertad, mujer y juventud, para que las edades futuras puedan dedicarse al culto de otra trinidad, definitiva en el pensamiento humano, y perenne para todas las humanidades: DIOS, NATURALEZA y TRABAJO. Aceptó el cariñoso homenaje del Ateneo Familiar, considerándole muestra cierta de su decisión por todos estos ideales, y se ofreció a compartir sus lides en pro de toda idea noble y grande.

 [...]
Las Dominicales del Libre Pensamiento, Madrid, 3-6-1888


Notas

(1) Micaela Jiménez y Regina Lamo, madre y hermana de Carlos.
(2) Padre de Carlos.
(3) Autor de un método para acordeón, que a finales del XIX abriría en Madrid un afamado comercio de fabricación y reparación de instrumentos musicales.
(4) De nombre Joaquín, este doctor en Derecho y Medicina fue una destacada figura del espiritismo español.
(5) Luis Morales Rojas parece que es persona muy allegada a Carlos Lamo, como lo prueba que sus firmas figuran juntas y a la cabeza de varios manifiestos que firman por entonces.
(6)Aunque su segundo apellido aparece con «b», creo que se trata de Remigio Sánchez Covisa. Véase la carta que le envía Rosario de Acuña en 1892 (⇑).  
(7) Este comentario fue publicado originariamente en blog.educastur.es/rosariodeacunayvillanueva el 20-8-2010.




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