23 diciembre

55. ¿Cuánto de masona?


Es indudable que Rosario de Acuña es hoy bastante más conocida que hace tan solo unos años. Gracias al trabajo colectivo (⇑), su rastro se ha vuelto más visible, razón por la cual no solo se ha incrementado el número de personas que conocen los aspectos más relevantes de su trayectoria vital, sino que cada vez son más las que se interesan por su vida y su obra. Pues bien, si todo parece indicar que esto es así (ahí están los datos acerca de los millares de personas que han visitado Rosario de Acuña. Vida y obra (⇑) o han consultado Rosario de Acuña y Villanueva. Comentarios ⇑), no sé cuál sería el calificativo que utilizaría la mayoría para definirla, aunque me inclino a pensar que, entre los rasgos que utilizo en uno de mis libros (⇑) («Dramaturga, masona, feminista, montañera, poeta, regeneracionista, librepensadora, iberista, avicultora, articulista, puritana, filo-socialista, autodidacta, deísta, republicana, melómana…»), es muy probable que la mayoría se inclinase por «feminista» y «masona», lo cual —y en lo que se refiere a éste último—no deja de ser un tanto sorprendente, por cuanto ni existe constancia de que tuviera una participación activa —más allá de un corto periodo de su vida—, ni su pluma fue pródiga en escritos relacionados con la masonería.

Grabado con símbolos masónicos (El Simbolismo, 20-8-1888)

Con este pensamiento en la cabeza acudí ayer por la tarde a la sede del Ateneo Obrero de Gijón, en cuyos salones estaba programada una conferencia de gran interés para mí: Rosario de Acuña: libre y con buenas costumbres entre las logias de la Francmasonería, a cargo de María José Lacalzada de Mateo. Si el título ya era lo suficientemente sugerente, el nombre de la conferenciante, terminó por convencerme de que la tarde habría de ser muy provechosa, pues había leído algunos de los trabajos de la doctora Lacalzada, y sabía que, además de una especialista en Concepción Arenal, esta profesora de la Universidad de Zaragoza es toda una autoridad en lo que respecta a las mujeres masonas.

No me defraudó. La conferenciante, que había sido presentada por José Bolado, realizó un análisis concienzudo y pormenorizado de toda la trayectoria masónica de Rosario de Acuña: su iniciación en la logia Constante Alona de Alicante (véase Ingreso en la Masonería ⇑); su entrevista con la infanta María del Olvido de Borbón y Castellvi, y del artículo «Al pueblo masónico» (⇑), en el que daba cuenta de la misma; de su participación en el Acto de Instalación de las Hijas del Progreso, así como del discurso (⇑) que pronunció entonces; de la carta (⇑) que la logia “6 de abril del 88” dirigió en febrero de 1890 al pueblo portugués… Luego —en lo que podemos considerar la segunda parte de la conferencia— se refirió a la trayectoria seguida por otras mujeres masonas como Belén Sárraga o las hermanas Carvia…

En lo que respecta al tema que nos ocupa, María José Lacalzada de Mateo no hizo ninguna mención que hiciera referencia a una participación de Rosario de Acuña en la masonería posterior al año 1890. Aunque aquello parecía confirmar que su participación —al menos de manera pública y notoria— se reducía al periodo 1886-1890, no quise desaprovechar la ocasión y en el periodo de preguntas que se abrió al final de la conferencia le pregunté expresamente si en su larga investigación sobre el tema había encontrado alguna referencia posterior al año noventa. La respuesta fue negativa y entre las posibles explicaciones que se dieron me quedo con la que apuntó Víctor Guerra, un afamado estudioso de la masonería que se encontraba entre los presentes, quien vino a decir que con el comienzo del nuevo siglo (en el caso de doña Rosario, de no encontrarse nuevos datos, habría que decir que incluso antes) se pierde el rastro de la mayoría de las mujeres masonas, las cuales parecen optar por las asociaciones civiles a la hora de participar en la vida social.

Tras la interesante conferencia de ayer, podemos concluir que ante la ausencia de nuevos datos la participación activa de Rosario de Acuña en la masonería queda circunscrita al periodo 1886-1890. Después, probablemente defraudada por el fracasado proceso de unificación de las distintas obediencias masónicas que había liderado el vizconde de Ros o por la propia rigidez de la estructura obediencial de la masonería —como también apuntaba ayer Víctor Guerra —, lo cierto es que no tenemos constancia de ninguna actividad o de escrito alguno que tenga relación con la masonería, salvo la mención que realiza al respecto en el telegrama que en 1911 envía a Galdós (⇑) en apoyo de la llamada Ley del Candado y el segundo de los artículos que con el título «¡Justicia!...¡Justicia!...¡Justicia!»(⇑)» dirige a los Hermanos Masones de Asturias para reclamarles su participación en las campañas contra la guerra de Marruecos.


Nota. Este comentario fue publicado originariamente en blog.educastur.es/rosariodeacunayvillanueva el 16-4-2010.



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